Al interior de los ciclos, cada instante nacía demoliendo los momentos que lo precedían.
Las dudas secaban sus sueños como un remedio contra cucarachas.
Ocurrió que un error se hizo amigo de la maleza...
El padre de los segundos aniquilaba a su vez, otros minutos que lo preexistían para verse masacrado él mismo después. Ello era el significado del tiempo.
Era ahí donde el presente amaba su frontera inextensa.
- ¿ Qué forma tiene entonces el espacio ?
- Abrígate bien, Soma. Nosotros lo llamamos "sucesión".
Un vestido de seda cae sobre una mesa callada.
El universo sigue cosiendo en las consecuencias del ser.
Tu viejo pensamiento de cristal corre detrás de la luz.
La muerte canta, redondeando la arena.
Los estados crujen, constreñidos en lo perenne.
Los lapsos abandonan sus causalidades.
Había frutos infinitos llenos de perforaciones. Risas que apenas se arrastraban a lo largo de los setos. Los aspectos, quedaron entonces sin conexión ante el torso prisionero de la herencia.
La materia había muerto.
Una semilla, sembrada por los sollozos sin movimiento de la fuerza en el agua, vió como se enamoraban la observación y el juicio.
Y es que, en la relación destripada de nuestro mundo, el pensamiento tiene dos senos y una memoria que ondulan, inagotables, en su carne de serpiente.