- Árdeme la saliva en una ciudad de besos...
El pleyadiano me explicó que su voluntad era un temblor. Un oleaje vino después de la ternura. Atardecía trás la noche callada y un olor desconocido empezó a andar desde los pechos de la mujer.
- Ella es la sangre de mi crepúsculo, dijo.
Lo miré. Un presagio lloraba de espaldas. "Habítame".
Pasó Dios como un niño persuadido, corrió y trajo al otoño.
Las hojas crecían cuando se caía la luz.
Era Ciudad Cristal.
- Y el tiempo canta, Soma, abre la boca.
Lesamieron comía del color violeta poniendo sus labios contra el viento. Mudos, los arbolitos crecieron entonces entre sus dedos.
Sonreían.
Él aspiró vida.
Pero hace dos o tres nubes que yo no estaba...