El vientre de nuestras caderas abrió los horizontes con sus frutos de carne. Las estrellas bebían de las creencias más ablandadas del amor.
El vacío mostró su densidad infinita en un centimetro cúbico de espacio.
Y los besos fueron números de luz inertes en la piel.
Y desde su entrepierna, pasaba el tiempo como un ser vivo hecho de soplos.
Veía fracturarse todo diálogo en el pensamiento.
Lesamieron tomó mi deseo abierto. Era el escombro de un orgasmo.
Sus dedos fueron un sol ilegible en un rincón de mí mismo.
La mínima fractura acolchada en la saliva de mis labios dejó de ser ya un equilibrista para el mundo real.
- Llamas realidad a lo que sientes como simetría en la asimetría de tu centro...
Una columna transmisora de corriente se acercó desde otro firmamento. La nave era un bosque subido hasta la cumbre del espacio/tiempo. Los globulos rojos vivían en pequeñas colonias eléctricas del juicio.
Ella engrasó entonces mi tristeza con su sexo.
Mientras tanto, Lesamieron buscaba pedazos de vida en los escalones del mundo.