viernes, 23 de noviembre de 2012

CUENTO DE LA NIEBLA DESHECHA CON LOS OJOS INUNDADOS DE JOYAS PARA CORAZONES ARRUGADOS A LOS PIES DEL AMOR EN LOS JARDINES DE LA LUNA.

Una lágrima hecha de roca rueda con los sueños de un relámpago. El aire parece muerto. Es acariciado por el viento. Una luna negra es ahogada bajo trombas de leche. Seres de otros mundos se parten al caer desde la lluvia.
- Algunas de vuestras almas provienen de una concha oscura...
El loco descubre zafiros en su lengua que han resucitado. Arden con los rayos que resplandecen en los pecados del sol.
- Nada importa si en las huellas de la vida se dibuja la alegría que rodea al silencio con su traje blanco...

Más allá de la forma corporal que el extraterrestre conocía, su luz era capaz de asumir cualquier aspecto pensante de una superespecie que existiera como entidad energética.

Una substancia de vida eterna, llamada amor, se encuentra con una runa azul. Ésta arde y se abre cuando le mira la ceniza que hay dentro. 

El sexo se cae en una taza de café ahí donde la soledad descansa detenida ante las ramas de una tumba.

El sonido era su espada. Y con ella combatía un humo nudoso que ponía sus huevos en el espacio más gris del planeta.

Un soplido animal, sin decir palabra, me puso la cara de ella con las manos en mi boca. 
Ellos se amaban dentro de un durazno para proteger sus besos con una cáscara de miel que olía a hierba.

Las rocas del océano se transfiguraron en unas rodillas templadas. Ellas me acompañaron desde que te marchaste. Sin decir palabra: para que te viese en el "nunca" de tu moho.