martes, 4 de diciembre de 2012
LA MONTAÑA QUE DESCUBRIÓ EN LA MIRADA AMARILLA DEL AIRE AL VAPOR DESTRIPADO DEL MAR CUANDO QUERÍA LEVANTAR UN PALACIO CON OLAS QUE PINTABAN MONEDAS EN LA CALLE.
La vida abandonó la corteza de la carne y la velocidad del amor pasaba por las rutas del sonido que quemaban su blanca armadura entre la luz de los suburbios, extramundos que soplaban en el hálito salino de las caricias que algún día se desprendieron de la suavidad, ternuras bañadas, que refrescaban con miel de menta las pulsaciones del vacío, todo eran salidas del espíritu hacia la frescura que dejaba la ausencia de quemaduras en una flor ahora suspendida sobre ilusiones con olor a hierba después de llover, todo ponía su cuerpo en un intelectual buclé que había salido de una tristeza caída como un botón desde las malezas sangrantes que rociaban con sus gotas las penas esparcidas por la ciudad, y él, les besaba la ausencia, metía aire dentro los sueños para quemarse así en el ruido ácido de una pesadilla, adoraba mojarse y flotar en la fragilidad de un frio abierto deshecho por una boca que no ama, y recordarla a ella con las células enganchadas en sus labios, con el pensamiento puesto y estirado sobre la mesa para tocar los resortes del eucalipto de su sentir desvanecido, metía entonces el oro en su cerebro sabiendo que sus neuronas estaban sujetas por serpientes azules de vientre reventado, un día también descubrió que el sol era un seno, peor para quién no lo creyera, en una tela el alma de las estrellas vaciaba senderos caídos escalera abajo, interiores abiertos en una plaza pública frente a ojos ahuecados que se apoyaban incubándose en el planeta Tierra, Lesamieron alisa las plumas de mi cordura, está plagada de golpes de lápices por olvido pálido, de, de, y de, es como si ahora estuviera acuchillando mi frase, respirando el agua que se me sube por la garganta, el horizonte es una montaña que tiene lugar en el ánima cuando se siente el viento en los talones, y todo es sólo miedo que se sube por los tabiques del abismo.