jueves, 17 de octubre de 2013

LA MUJER QUE SE VISTIÓ DE SOMBRA Y FUE SUCCIONADA A UNA EXTENSIÓN DE LUZ LLENA DE HOJAS NEGRAS QUE TENÍAN MIEDO A VIVIR.

El cielo se lubrica en el espíritu, ¿ se puede estar cuando ya no hay nada ?, ¿ te mando burbujas deslizantes para que se restrieguen en tu luz ?,  ¿ Se frota la brisa caliente contra las líneas de tu vida ?, mi sexo se mete en la tela de carne que cubre tu corazón, descubro que tiene miedo de decirme que no existe, afuera un intervalo elástico se clava en el centro de mí, el secreto mira aplastado memorias fascinadas por su destello, después, se desploman, el agua cae lentamente y lo abandona todo, los locos eructan amistades a las que no aspiran, su itinerario es el orificio de sus propias convulsiones, el horizonte se desfonda bajo un buque fantasma, nadie escucha el poema de las caras cansadas de estar solas, el alma recoge a su príncipe de ceniza trás las ruinas perdidas de una sombra, el dolor y la esquizofrenia se extraen piedras del estómago para alcanzar las estrellas, en el astral hay árboles cansados de tener tanta hierba en el ojal de sus vaginas, la médula del firmamento pesa al amor en el rosal de un jardín rodeado por arroyos amargos, el silencio se llena de grasa, un maullido cae en las manos vacías de la luz, la muerte le regala un pájaro a la luna porque alguna vez fue lugar para su sonrisa, apoyados en la eyaculación  los instantes que no se olvidan escapan de sus charcos, ella bebía de un pozo vuelto hacia el interior de sus ojos, un padre que respiraba música decía ser el primer defraudado de la humanidad, la pena tiene sus bordes deshabitados, mordidos por un vacío de nadie, en el paraíso la realidad no es personificable, de ello dependen millones de niveles no actualizados de nuestro universo material, la madrugada reconoce la soledad de las flores cuando no se ponen sobre su rostro, el tiempo se retira en el pecho de los miedos, luego se abre, una mujer paraliza todos mis versos colocándoles encima la piel de su país incierto, entonces mi pensamiento queda colgado de una percha, se hace invisible.