jueves, 9 de enero de 2014

LA TRISTEZA QUE ONDEABA EN EL LLANTO DE UN PENSAMIENTO CONGELADO DE SILENCIO CON VESTIDOS CALLADOS.

Las palabras parpadean siete letras por día, una puta toma a su diosa de la mano, ella está hecha de música y la otra de lluvia, el sueño pierde el conocimiento dentro de su olor a máscara, una melodía muestra sus pezones entre las manos del tiempo, en la mirada del viento se poda siempre la luz, el ego humano posa su imagen espacio-temporal en la sombra, un ciego aplasta la razón al tocarse un poema, una piedra transexual responde con pequeñas canciones al otro lado del río, mi lágrima descarga todo su peso en la cabeza de una monja que se parte y agita su realidad, el sol grita tras los visillos, después piensa si acaso el humo no es alegría que se sale de la música, Dios es la personalidad del espíritu oculta en alguna parte del universo cuando el dolor del alma llega y entra, tal vez la luz de la luna sea una granada de amor destripada, la soledad es un flujo de copos donde vivía una reina rosada que metía su círculo de música lila en el centro de los corazones, la humedad habla con las flautas marinas que viven en los resortes de las venas, la delgadez anoréxica del infinito alcanza a tocarse los átomos, las islas son gotas que chupan carne del oleaje, sistemas evolutivos no sanguíneos superiores unen sus cuerpos de luz al sistema circulatorio del hombre y lo fusionan en su matriz, las letras tienen habitaciones llenas de ojos que describen aquellas cosas con orillas dentadas que nosotros llamamos razón, el sabor del olvido es la aureola fresca y translúcida de una duda de aire, un rumor ha muerto en la cuenca de tus ojos dice el óxido, la verdad es un cuarto cálido de nieve antes de eyacular sobre el claro de vida que está metido entre las piernas del  abismo, el dolor deja su perfume frío tendido tras el aroma de la distancia, el color del tiempo piensa en un pez de oxígeno seco que nada por las trombas de leche que forman el ruido de su alma.