viernes, 28 de diciembre de 2012

LA COLUMNA ENVUELTA EN LÁGRIMAS QUE ARDÍAN AL PARTIRSE EN UN ABISMO SECO QUE CANTABA HACIA EL POLVO FINO QUE CAÍA DESDE LOS BESOS.

La Tierra es una úlcera aguada. Desde nuestra realidad tridimensional, partículas atómicas y subatómicas, recogen las señales de dolor del mundo material introduciendo nuevas estructuras ondulares desde lo que, vulgarmente, nosotros entendemos por amor. Esto ocurre, porque ello es la reparación necesaria para que la vida continúe. Dichas estructuras ondulares, son aquellas acciones que incrementan al plasma biológico propio de la evolución, para salir así, de nuestra espiral entrópica.

Lesamieron busca venas perdidas en una nube de lana. Un ente se cobija en un portal de ángeles marinos y grita su nombre. Come desde las rotaciones del fuego dibujos de agua que son bebidos como gusanos por la corteza de sus nervios. Un soplido quema con ausencia todas sus metas.

En el jarrón de cada pecho ella se dejaba manosear los pezones. Ellos, no eran otra cosa que un resumen de músculos retorcidos por una simple tensión muscular en sus sentimientos. 

Quemaba al amor como en un océano de cuero. Lo sostenía dentro del cuerpo y, mientras crecía, su carne tomaba ese olor a hierba después de llover. En esos instantes estallaban los geranios de cada planeta habitado en el universo...

Una caricia lavaba el sonido de un sentimiento de metal. En el cerebro, aullaban los gatos cuando sus neuronas se enquistaban en la nuca de unos insectos floridos tranfigurados en color verde mudo del tiempo cuando éste se pudre. 

Se olisqueaba el cráneo buscando olor a sexo. Las lágrimas se le rompían cuando endulzaban la parte más muda de su orgasmo.  
El hielo es negro metido en una tarde de invierno que sangra desde tu mirada.