sábado, 5 de enero de 2013

EL JARDÍN DE CARNE QUE SE AHOGABA ARRASTRANDO SU ESPÍRITU COMO UN TÉMPANO DE AIRE DESTEÑIDO DESDE SU VIDA BLANCA.

Las huellas de mis dedos gimen. El cielo se mancha porque mi corazón lo toca con sus pinturas de humo. Una frecuencia de luz pone su boca al borde de la aureola fresca de mi espíritu. Un ángel extraterrestre se comprime hasta formar una singularidad. 
- Enrique...

"Cevyrieoh".

La espuma que brota del sonido regresa a su fuente de pensamiento para insertar, en un "espacio/conocimiento" de programas fijos, nuevas instrucciones en las membranas de nuestro grupo planetario.

El viento puebla los sistemas estelares en una noche de plata enronquecida. Lesamieron sujeta otros mil años a los cúmulos reticulares astro-químicos desde el control central del ante-proyecto Orión.

Cae frío muerto como una fruta en los jardines.

Un viaje vacío se impulsa en las acordes que limitan con el más allá de la naturaleza creada. Todo es cielo de fribra detenida que entra por los ojos abiertos de una reflexión sísmica.

En el fondo rojo del amor hay un barco roto. Sueña que circula como un grito por un casillero que le incuba la baba del ser. Huye, levantando las orillas del océano.

De noche, nuestra travesía se contrae mojada en la brasa interior del sueño. Ambos arrojamos sombras frías que asoman a nuestro pecho. Salpican las raíces nacidas desde dos granos de cristal.

Te amo.
La novia incuba en los ojos una aldea con la fina dulzura que amasan sus párpados.