miércoles, 26 de junio de 2013

LA DUDA QUE CABÍA EN LA ENTRADA MINÚSCULA DE UN TALLO DE HUMO QUE LLAMABA A UN RELÁMPAGO INEXPLICABLEMENTE SUSPENDIDO EN LA ELÉCTRICA HERMOSURA DE LA RESPIRACIÓN ILUMINADA DEL VIENTO.

El hombre es un tejido pensante que comenzó a adaptarse y a evolucionar espontánea y gradualmente por medio de migraciones orbitales, ahora su sangre se quema hundiendo luz de luna en una distancia que lo aleja de los ríos de aire, una muchacha descubre que el infinito es una máscara, muerde el cuerpo de ese minuto profundo que ha dejado atrás el sentimiento engrisado del sol ( que era una gota de miedo ) y se golpea contra el vacío rosado de la soledad elegida, muere cuando la alegría se pone a ladrar para herir la vida de una forma extraña que pasa por las olas que diez oxígenos soplan hacia una libertad vidriosa que está volcada entre espasmos sobre una mesa callada ante la trascendencia de un espín orbital tras convertirse en modelo de la constante gravitacional que emana desde las caras prismáticas de un cristal foneado por cientos de miles de calorías desprendidas de un beso de amor como si fuera un vocablo portátil que parpadea vaciándose hacia un lado de la existencia, los perros se comen las uñas de los gatos siguiendo el hilo de la eternidad que ronronea en el zumbido de un insecto, la trascendencia redondea sus penas impresa en luces que son aspiradas por el tiempo, alrededor de la galaxia escapa una muchedumbre de aberturas que lloran de furia por haber cubierto con vestiduras metálicas esa poesía que gime colgada en un muro de palabras implantadas por el desaguadero de una demencia que enrojecía buscando las perchas de su habitación en la cima del mundo, después sólo el rumor de los meteoros cayendo en los restaurantes de comida rápida donde los hombres usan alas de seguridad para no pensar en la avaricia dejando su tajo de hedor en la silla expelido como si fuese un "gong" infantil que escuchan un coro de almas que ya traficaron su trozos de infinitud después de encallar en los diversos colores de una tela de miel que se come del azúcar de mi frente.