La lluvia reduce la velocidad de los fragmentos de mi sueño que me miran extendidos sobre las repisas de cinc, los besos caen desde el abismo, y se vuelven objetos sobre el vientre de la ternura, un latido cardíaco se introduce en la quinta cavidad del número 7, una palabra se vuelve real, pero la cosa nombrada se apaga, después se diluye, se convierte en el espectro de ese nombre, la materia del cuerpo del nombre entonces se desangra, un ciclo de luz que transita por la vida de un logaritmo llega por fin a las tumbas subterráneas que se ocultan en mi ombligo, Lesamieron procesa la vida con la muerte compartida en las escamas de un alma, hay ciertas tumbas en los huesos que se ordenan, que abren sus ojos bajo las formaciones nubosas de mi mente, un dibujo es siempre una promesa que vive su otoño caída desde la humedad de sus colores, la cocaína que quería ser el sonido del opio fue al encuentro de la docilidad de una cápsula rota al interior de una copa de vino, un hombre de cristal es resucitado al enviar su lamento hacia la enfermedad de una euforia estallada, el amor no puede recordar donde puso su cordón umbilical, una frambuesa con sabor a leche huele ahora el canto del musgo que es preservado en los ojos de la lluvia, los Elohim se vuelven hojas amarillas en las membranas perceptuales del hombre, una muñeca reconoce el cuerpo vacío de un error despeñado desde el zumbido de un insecto, asiste a su movimiento en el umbral del agua que huye por la abertura de una pena, la suavidad se queda amontonada alrededor de la comida de un soldado que hace su veneno con la voz del vacío, el tiempo es un ser espiritual en la tierra de sus latidos, una herida habla con una música muda, las pestañas de una mujer muerta chocan contra un espacio lleno de revelaciones metidas en el parto de su bebé de algodón, llévenme a una conciencia con orificios secos.
