Una tarde de invierno ladra a los perros desde su mirada de luz de agua seca, una máquina de sentimientos de vidrio aborta sus pensamientos desde el primer gesto del mundo, un pañuelo llora en el dolor algodonoso de una fresa, una orquesta tiembla en el pecho de una hoja caída en la periferia del otoño, los veintidós satélites del Jardín del Edén se ocupan de la personalidad evolucionaria de la gravedad en los universos paradisíacos, un cerebro despierta de alegría en las venas de otro hombre, el vértigo se llena de hilos de sangre que se coagulan de calor, la eternidad rellena mis palabras con el sonido que deja mi sombra, la inmortalidad se refleja fraccionada en un beso cristalizado por una almohada de leche, el amor pone su alma sobre una gota que florece en tiempos sin sabor a muerte, unos senos de azufre chorrean imágenes de cristal para que esperen desnudas sobre el vientre de la primavera, las fronteras de un secreto escuchan acurrucarse en los músculos a la claridad de un sabor que huele a soledad, el ruido del tiempo olvida su corazón arriba de la lágrima de un cisne que da gritos y luego muere de frío, el peso de un sueño se llena con el moho de una sonrisa a orillas del mar, Lesamieron encierra algunas relaciones personales con el infinito desde el volumen humedecido de su tristeza caliente, nuestra mente es un cojín que no nos duele si está apoyado en la tela de un espíritu, un niño troza por el medio a la palabra "dulce" y luego se crucifica en un hipódromo sin importancia, hay ruinas de alcohol en el abismo de una duda que no tiene expresión dentro del hígado, el ser humano tiene relación con cualquier "yo" de su ombligo que flote en el líquido intelectual de las moscas, un grito tiene el sexo apoyado en un derrame de ilusiones inconclusas de la Tierra, el placer se tuerce en cada célula como un chicle, nieva en mis articulaciones... escribo y me arrodillo en recuerdos hormiga que flotan sobre una ola lisa, finalmente... doy las gracias.